Historia del Shibari
Inventada como una
técnica de sutil y muy codificada forma de tortura y apresamiento de
prisioneros, que solo podía ser ejecutada y enseñada por un guerrero samurái,
el shibari se construía por etapas, con una considerable atención a los
tiempos: primero se inmovilizaba el tronco, luego nalgas y vientre, y
finalmente se inmovilizaba el cuerpo en su conjunto.
En el siglo XV
Japón estaba inmerso en una era de dictadura y guerras conocido como periodo
Tokugawa, denominado así por el gobernador Tokugawa Ieyasu (1542-1616). Ya
antes de ese periodo existían diversas formas, fuertemente ritualizadas, para
atrapar e inmovilizar por medio de cuerdas a un samurái enemigo en el mismo
campo de batalla. Posteriormente, un código punitivo de 1542 regulaba el uso de
cuerdas en la tortura y apresamiento de enemigos y criminales. Existían cuatro
formas básicas, que incluían la humillación y la incomodidad (hasta la tortura)
para los prisioneros. Estas penas desaparecieron con el reino Tokugawa. En el
período Edo (1600-1878) se desarrolló un arte marcial, llamado hobaku-jutsu,
cuyo objetivo era atrapar y mantener retenidos a enemigos o criminales por
medio de cuerdas. Se desarrollaron técnicas muy precisas para lograr este fin
(a veces cada comunidad rural y cada familia de samuráis tenía las suyas), de
modo que, al exponer en la plaza pública al prisionero maniatado o colgado, la
gente podía, observando la forma de las ligaduras y el tipo de cuerda, deducir
la clase social del reo, el crimen que se le imputaba y a veces, también, su
edad y profesión.
Muchos expertos
opinan que Hojojutsu (también así llamado) es el auténtico precursor del
shibari, y por tanto del bondage. Durante cientos de años, la policía japonesa
(nutrida de la clase más baja de samuráis sin empleo tras el final del periodo
de los Señores de la Guerra) empleó esas técnicas secretas (nadie que no fuera
de la casta guerrera podía ver su ejecución) para inmovilizar a los criminales.
Debían seguir tres normas inviolables al ejecutar un Hojojutsu:
·
El prisionero no debía sufrir daños permanentes
·
El prisionero no debía poder escapar
·
Nadie que no fuera de la casta samurái, debía presenciar su técnica.
Aún hoy en día, la
policía nipona sigue practicando sistemas de lucha como el Taihojutsu, que
incorporan antiguas técnicas Hojojutsu para los atamientos.
Hacia finales del
periodo Edo aparece la primera documentación sobre el shibari o bondage
propiamente dicho, en forma de imágenes donde se muestra el uso de la cuerda
con fines eróticos, posiblemente como consecuencia de la apertura del Japón
medieval al mundo occidental, tras la rotura por parte de las armadas
ruso-americanas de su secular aislamiento. Parece ser el castillo de Matsumoto
donde se puede probar la existencia de los primeros dibujos señalando el paso
del shibari de técnica marcial y de tortura a práctica de refinada sensualidad.
La documentación sobre el bondage japonés anterior a ese momento es muy escasa,
aunque se menciona en la literatura popular.
Después del shock
colectivo que representó para los japoneses la pérdida de la guerra, y con el
reafianzamiento de las tradiciones históricas niponas, a partir de la década de
los 60, el shibari vive en Japón un periodo de esplendor, que sigue perdurando.
Los grandes maestros de las diferentes escuelas realizan exhibiciones en
teatros y salas, gozan de una altísima consideración social y tienen
innumerables fans deseando ser su dorei (sumisa/o, esclava/o),
considerándose un honor ser sometido a un shibari por parte de uno de los
maestros del arte. (Sanchidrian, Isacio. Apuntes de Kinbaku, 1999)
Introducción a las prácticas
Pese a hundir sus
raíces en técnicas de tortura, el moderno arte de los juegos eróticos con
cuerdas no es en absoluto cruel ni violento. Se trata de una práctica
totalmente consensuada, con técnicas y límites definidos. Tanto el shibari como
el bondage, han desarrollado estéticas y técnicas propias.
Los japoneses
utilizan tradicionalmente cuerdas de arroz o/y yute por sus características de
manifiesta rugosidad, pero también se pueden usar cuerdas de algodón de 8 a 12
mm de diámetro y de entre 6 y 15 metros de largo.
El arte japonés del
encordamiento
El bondage japonés
o shibari, totalmente opuesto a los cordajes de orientación occidental, se
construye por etapas, con una considerable atención a los tiempos: primero se
inmoviliza el tronco, luego las nalgas y el vientre, y finalmente el cuerpo en
su conjunto.
Como parte básica
de nuestro equipamiento necesitaremos una o dos cuerdas de 7 u 8 metros. El
contar con algunas cuerdas cortas, de tres o cuatro metros, rompe la ortodoxia
del bondage tradicional, pero nos ayudará mucho al comienzo.
Las 3 prácticas
básicas son:
·
Shinju: bondage de senos – las perlas.
·
Sakuranbo: bondage de nalgas – las cerezas.
·
Karada: bondage corporal entero – el cuerpo.
Shinju – Las perlas
3 cuerdas cortas o
una larga y una corta
1. Envuelve el
tórax con una de las cuerdas, bajo los senos, manteniendo una presión
constante. Anuda la cuerda en la espalda, a la izquierda de la columna
vertebral.
2. Repetir la
operación con otra cuerda, pero justo sobre los senos, a no ser que se emplee
una sola cuerda para todo.
3. Doblar la cuerda
3 y pasarla bajo las otras entre los senos, cruzándola una o dos veces y luego
llevarla hacía la espalda formando una V. Tensar la cuerda a fin de sostener y
erguir los senos. Anudar nuevamente la cuerda a la espalda, pero no sobre la
columna vertebral.
4. La presión
mantenida sobre los senos, los irá haciendo cada vez más sensibles, junto con
la estimulación de los puntos del shiatsu.
Sakuranbo – Las
cerezas
De una a tres
cuerdas
1. Se toma una
cuerda, se dobla y se hace un nudo simple para pasar un bucle. El bucle se
realiza bajo el ombligo, se enlaza el talle y se pasa los extremos de la cuerda
por el bucle.
2. Volver a
descender con la cuerda hacia el sexo, pasándolo entre los labios mayores, en
el caso de una modelo femenina.
3. Volver a subir
entre las nalgas y anudar a la cuerda que ciñe el talle.
Las otras dos
cuerdas se enrollan en torno a ambos muslos, bajo las nalgas, atando sobre el
exterior del muslo, dejando unos 30 cm libres. Con ese trozo, se sube hacía la
espalda y se anuda a la de la cintura. El nombre de esta técnica proviene de la
forma de ambas cuerdas alrededor de los muslos, que evoca un par de cerezas.
Karada – El cuerpo
Se precisa una
cuerda larga
1. Se pliega la
cuerda en dos, y se pasa alrededor del cuello, dejando caer ambos cabos a cada
lado del cuerpo.
2. Hacer un nudo
justo por encima de los senos, otro entre los mismos, el tercero a mitad de
camino entre el segundo y el ombligo, y el cuarto entre el ombligo y los
genitales.
3. La cuerda se
pasa entre las piernas, subiendo lo largo de la columna y pasando los extremos
por el bucle del cuello, dejándolos colgar de nuevo hacía abajo.
4. Ahora se separan
ambos extremos y se traen sobre el tórax, uno por cada lado, justo bajo los
pechos.
5. Se los cabos
bajo las cuerdas, y se vuelve sobre la espalda, haciendo un nudo.
6. La cuerda se
pliega en dos, pasando alrededor del cuello, dejando caer un trozo por delante
de cada lado del cuerpo.
7. Hacer un nudo
justo por encima de los pechos, otro entre los pechos, el tercero a mitad de
camino entre el segundo y el ombligo, y un cuarto nudo entre el ombligo y el
sexo.
8. Pasar la cuerda
entre las piernas, subir a lo largo de la columna vertebral y pasar ambos cabos
por el bucle del cuello (también puedes empezar de nuevo hacia la espalda,
antes de pasar los cabos por el bucle).
9. Separar ambos
cabos, traerlos sobre el tórax, uno por cada lado, justo bajo los pechos.
10. Se pasan los
cabos bajo las cuerdas y se llevan a la espalda para pasarlos por el bucle de
la espalda.
11.Se comienza de
nuevo esa misma operación (9 y 10) hasta el fin de la cuerda.
Precauciones
·
Cuando se pasa rápidamente una cuerda sobre la piel, debemos protegerla
para evitar quemaduras.
·
Es conveniente tener siempre al alcance de la mano unas tijeras que
puedan cortar la cuerda en caso de emergencia.
·
Jamás se pasa un lazo apretado alrededor del cuello de la modelo.
·
Es preciso comprobar regularmente las extremidades sujetas a un shibari,
para comprobar que las cuerdas no están demasiado apretadas.
·
Una palabra de seguridad es conveniente, en especial si el maestro
carece de experiencia en el arte del shibari.
·
No se debe practicar shibari con modelos que presenten presión baja
extrema, problemas cardiorrespiratorios o de circulación.
·
Y siempre debe recordarse: no se trata de un simple jugar a las
cuerditas. A veces, las sensaciones que una modelo puede experimentar
durante una sesión de shibari pueden llegar a niveles insospechados y rozar los
límites de lo mágico. Se ponen en marcha “resortes” que conectan al individuo
con su lado más oculto y protegido: un terreno inexplorado que conviene
estudiar con ánimo tranquilo y tiempo abundante. La modelo, las cuerdas y el
maestro, forman un “triángulo mágico” cuyo resultado puede ser unas
gratificantes horas, un tiempo de increíbles emociones… o el éxtasis.
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