UN POCO DE PRIVACIDAD

 

Era de madrugada cuando llegué a mi casa después de una larga noche de trabajo, mi esposa estaba dormida. Luego de darme un baño, la acompañé en el sueño. Las luces estaban apagadas y no pasó mucho tiempo hasta que pude sentir que comenzó a acariciar mi piel y besar mi cuello. - Tienes un extraño olor a muerto -dijo ella mientras seguía besando mi cuello-. ¿Acaso estuviste coqueteando con cadáveres de chicas lindas? El comentario me incomodó un poco ya que soy un médico forense, se rompió la inspiración y perdí la excitación que había comenzado a sentir, así que le di la espalda. - ¿Es en serio? -preguntó ella mientras seguía acariciando mi cuerpo y susurrando en mi oído-. Anda, sé que me deseas. Después de unos instantes correspondí sus caricias, mis manos recorrieron su cuerpo desnudo. Jamás la había visto tan excitada, lo hicimos "y no sólo una vez" todo era tan distinto y tan pasional... pero lo disfrute. Sonó mi teléfono celular, pensé que podía ser de la clínica así que respondí, mi piel se erizo por completo cuando escuché la voz de mi esposa al otro lado de la línea; ¿quién era entonces la chica que compartía mi cama? Yo seguía abrazándola, podía sentir como ella acariciaba mis brazos. El frío y el miedo se apoderaron de mí cuando sentí que me besaba en el cuello. Por la posición en la que nos encontrábamos era imposible que pudiera hacerlo, para conseguirlo tendría que haber girado el cuello 180 grados. Me levanté tan rápido como pude y encendí la luz... ¡No podía creer lo que estaba mirando! Sobre mi cama estaba el cadáver de una chica cuyo rostro me era familiar... Horas atrás la había recibido en la morgue. Era hermosa y su cuerpo aún era cálido. La toque un par de veces, sus pechos, su entrepierna... pero un compañero casi me descubre y antes de cerrar aquella bolsa gris que guardaba su cuerpo le dije cínicamente al cadáver: "ojalá tuviéramos un poco más de privacidad".

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